martes, 4 de marzo de 2014

El beso, una tormenta química.


"Cada contacto labial desencadena un alud de reacciones orgánicas que el cerebro transforma en bienestar."
Me he topado con éste artículo y quiero compartirlo con vosotros.

Un beso es mucho más que un gesto de cariño. Una de las mayores tormentas químicas, y también una de las más sanas y grandes revoluciones interiores que se pueden vivir, se desata en el organismo en el momento en que se rozan los labios con la piel de otra persona. Cada beso consume como mínimo 12 calorías, mueve hasta 36 músculos y acelera el ritmo cardiaco de 60 a 100 latidos por minuto. Su impacto refuerza el sistema inmunitario y activa la parte central del cerebro en una suerte de efecto dominó, que mitiga el dolor y favorece el buen funcionamiento del corazón, el estado de ánimo, el tórax, el abdomen, los genitales... 
Al psiquiatra Jesús de la Gándara, autor del libro 'El planeta de los besos', no le caben dudas: "Buena parte de nuestra felicidad depende de los besos que demos y recibamos. Lo sano es besarse varias veces al día". Los labios y la boca, según explica, son una de las zonas del cuerpo con mayor número de terminaciones nerviosas directamente conectadas con el cerebro. Cinco nervios informan de la llegada de este gesto de cariño al sistema límbico, que se sitúa en la parte central del órgano de la sensatez y gestiona las percepciones de placer y satisfacción. El cuerpo entero se altera con la revuelta hormonal que se desata en ese justo momento. "La neuroquímica del beso es muy rápida y muy intensa", describe el experto.
La información recibida corre como la pólvora por el tronco del encéfalo, que regula los mecanismos del aparato respiratorio. La respiración se acelera y con ella el ritmo cardiaco, la presión arterial, la salivación, hasta el tono muscular. Algunos estudios apuntan incluso que se llegan a reducir los niveles de colesterol. "También es posible que se activen otros sistemas de neurotransmisión, como el ácido Gaba, que modula las respuestas de la tranquilidad y la relajación, y el sistema endorfínico, que favorece el control del dolor", detalla el psiquiatra, cuyo ensayo, el más completo análisis de los besos desde diferentes puntos de vista, está agotado en librerías.
El gen de la adolescencia
Los besos favorecen la liberación de una enorme cantidad de endorfinas, que son unas hormonas que favorecen el bienestar por su gran capacidad analgésica, y también de oxitocina, dopamina y testosterona. La oxitocina está ligada al cariño y la ternura y es determinante en momentos claves de la vida como el enamoramiento, el orgasmo, el parto y el amamantamiento del bebé. La dopamina, por su parte, es un neurotrasmisor relacionado, entre otras funciones, con la memoria, la creatividad y el riesgo. La testosterona, con la actividad sexual, fundamentalmente masculina.
Al beso, desde el punto de vista de la salud, también se le relaciona con su famosa enfermedad, pero lo cierto es que, más allá de la mononucleosis -un cuadro típico de la adolescencia que se manifiesta con fatiga y dolor de cabeza y garganta, producido precisamente por el intercambio de saliva-, los besos refuerzan el sistema inmunitario. No importa lo profundos que sean, ni siquiera si se dan en la mejilla. Todos ellos permiten el intercambio familiar de virus y bacterias y protegen a los miembros de un clan contra las mismas enfermedades.
Con la llegada de la adolescencia, el cuerpo activa un gen, bautizado preciosamente como Kiss1 (beso, en inglés), que predispone al adolescente para abrirse al amor y rechazar las carantoñas que tanto le gustaron hasta entonces. "La cacerola se pone en marcha", describe de manera gráfica el psiquiatra. "El cuerpo se prepara para el primer beso de amor, que es el que en los cuentos despierta de su letargo a príncipes y princesas. De golpe, uno deja de querer los besos de su madre y busca los de su amada".
Cantidad y calidad
La calidad de los besos que se den es de tal importancia que, incluso inconscientemente, resultan determinantes a la hora de seleccionar una pareja. Al contacto piel con piel, "con el simple roce de las mejillas", el cuerpo de la persona besada recibe información, a través de las feromonas, del grado de compatibilidad que puede unirles. "Aunque se desconoce el mecanismo exacto con que funciona este proceso, esto es así. Los hombres utilizan el beso como una forma de profundizar en la relación sexual, mientras que las mujeres reciben información sobre la calidad de los lazos afectivos de la pareja". Los besos de ellas son más suaves, más íntimos y como consecuencia activan más receptores y mandan más señales al cerebro.
La pérdida de besos suele ser en la pareja un indicador del comienzo o la existencia de una crisis. "A los que vienen a mi consulta, siempre les pregunto cuánto se besan", detalla el psiquiatra. "¿Ustedes se levantan con un beso, se acuestan con un beso, cuando salen de casa se despiden con un beso? ¡Ah, que no les gusta...! ¡Vale, vale! Sigan así".
El especialista, jefe de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Burgos, dice que en las familias los besos "nunca deben suspenderse". Aunque sean ritualizados, siempre comunican. "En mi casa, nadie se va a la cama sin un beso. No importa que estés enfadado. Darlo es una forma de apaciguar tensiones y decir 'estoy enojado, pero te quiero'".
Tres besos bastan
El 'Kamasutra', el clásico texto hindú sobre comportamiento sexual humano, distingue hasta 30 tipos de besos diferentes, pero en realidad, son sólo tres. Los más comunes, el origen de todos los besos del mundo, son los de reconocimiento, a los que se suman el beso familiar y el erótico. Todos los que se puedan dar y recibir en una vida están ahí.
El beso no es ni moderno ni exclusivo de la especie humana. Forma parte de la fracción más animal de las personas, la que nos conecta directamente con la naturaleza. El primer beso datado entre humanos es del año 1500 antes de Cristo y se localizó en los templos de Khajuraho y Konarak, en India.
Como herencia de nuestro pasado animal, nos ha quedado, según explica el psiquiatra Jesús de la Gandara, el beso de reconocimiento, que busca apaciguar a la persona que está contigo, informarle de que no eres un enemigo. En los animales, como en las personas, busca apaciguar, y con ese objetivo muchas especies se rozan las mejillas. Es una forma de reconocer la autoridad del otro. Es el beso cordial que se da en la calle.
El beso familiar está ligado al proceso de nutrición y los antropólogos lo relacionan con el amamantamiento. Es muy distinto del que se da a un conocido o en un saludo profesional. Mucho más cariñoso, el beso entre padres e hijos, sin ser erótico tiene también un componente sexual, más cuanto más pequeños son los críos, que es cuando más se les achucha. El beso se acompaña de abrazos y carantoñas.
Los treinta besos del 'Kamasutra' y todos los uno se pueda inventar por el camino forman parte del beso erótico, puramente sexual. Es el que se da cuando se está enamorado, el que enciende las hormonas y predispone para el sexo.
Los besos son necesarios para la salud a todas las edades, pero sobre todo para los niños. Una de las comunicaciones emocionales más importantes que puede recibir el cerebro en formación de un crío es la del beso de sus padres. Los niños que crecen sin besos se desarrollan peor, llegan a ser menos inteligentes y tienen mayor riesgo de estrés y enfermedades.
Así que ya sabéis...a besar mucho!!

3 comentarios :

  1. Muy bueno Cleo, Gracias
    Muchos besosssss para tiiiii

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  2. kiss...kiss.. kiss FM.

    Gracias guapa,, me voy a quemar 12 calorias.

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  3. Muy chulo el articulo, aunque ahora mismo, con el catarro que me tengo, mejor me dedico a dar besos tántricos ;D

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